Manifiesto por las madres

El deseo materno

El deseo materno es una pulsión física y psíquica que brota del cuerpo de las mujeres con mucha fuerza, porque está encaminado a impulsar la gestación nada menos que de una vida humana. Produce un gran placer y bienestar porque es de hecho una expansión de la sexualidad de la mujer.

El deseo materno es una identificación absoluta con el bienestar de la criatura humana; sus cualidades son la complacencia y el don gratuito porque cuando brota está sin contaminar de las relaciones de competitividad y de poder que prevalecen en nuestra sociedad. En la mujer que da a luz no hay un ápice de voluntad de dominio, sólo hay deseo de complacencia y de cuidado de la nueva vida, con plena identificación con el bienestar de la criatura.

La criatura humana nace también enamorada de su madre y reconoce su cuerpo como el lugar adecuado para estar en este mundo. Su psiquismo se ha constituido durante la gestación en interacción con el psiquismo de la madre, impregnado del deseo materno, formándose así nuestra capacidad de amar y de empatizar, que nos acompañará de por vida.

La maternidad transmite pues la capacidad de empatizar, tiene una función social de primer orden, y al gestar la criatura humana, gesta también su sociabilidad.

Ningún organismo vivo está diseñado para vivir aisladamente y, en nuestro caso, la capacidad de empatizar es lo que nos hace a los humanos seres sociables, conectándonos unos con otros, siguiendo la regla de la Biosfera del encadenamiento de todos los ecosistemas y de todos los seres vivos. Somos seres interdependientes y nuestra autorregulación depende de nuestra conexión con las demás personas.

La civilización patriarcal descansa en una determinada supresión de importantes aspectos de la función materna, precisamente con el objeto de bloquear el desarrollo de la empatía y de la sociabilidad humana, cualidades que obstaculizan las relaciones competitivas, el fratricidio y las guerras. Además, en la actualidad nos enfrentamos a una virulenta reacción patriarcal que trata de culpabilizar a la propia mujer, afectando especialmente a las madres.

Durante siglos se ha ejercido una represión sobre la mujer, encaminada a eliminar sus deseos y a producir una desconexión interna de sus pulsiones, alterando sus funciones sexuales y reproductivas. La consecuencia es que la reproducción humana se realiza con una falta de madre, que en la actualidad se ha generalizado en todo el mundo, produciendo una carencia y un acorazamiento que arrastramos todos los seres humanos.

En nuestro mundo reina el malestar, la confusión, las creencias fratricidas, la crispación y el deseo de venganza. Los seres humanos crecemos con un fuerte acorazamiento psicosomático, adaptados a las relaciones de dominación, a la competitividad y al fratricidio. Muchas medidas políticas se toman desde el despecho. Quizá sea significativo que la palabra "despecho" proceda de quitar el pecho, del destete prematuro.

El patriarcado ha promovido el fratricidio, la guerra de los sexos, la guerra entre generaciones, entre capital y trabajo, la devastación de la naturaleza, ha eliminado muchos aspectos fundamentales de la función materna, pero no ha podido eliminar el deseo materno que brota de nuestros cuerpos, ni la capacidad de amar que este deseo transmite.

Por eso, aunque reine el malestar en nuestra cultura y en nuestras relaciones sociales, en el interior del ser humano sobrevive el germen de la recuperación y de la reconstrucción de una sociedad solidaria y cooperativa. Son los chispazos del amor materno que, por ejemplo, sentimos cuando recordamos momentos felices de nuestra infancia. El deseo de armonía, de compartir, de complacer, del don gratuito… son las cualidades del deseo materno y constituyen el orden simbólico de la madre 1 , que a veces sentimos y reconocemos dentro de cada persona. Aunque en nuestro mundo solamente en determinadas circunstancias se puede abrir paso el orden simbólico de la madre, todas y todos tenemos la experiencia y la constancia de que las cualidades del deseo materno existen, son una realidad, y son susceptibles de desarrollarse.

Tomar conciencia de la maternidad no significa sentir culpa, porque todas hemos sido madres en la cultura en la que hemos nacido y crecido. Nuestro propósito es luchar para que se sepa qué es la maternidad, cómo la sociedad impide su desarrollo y que esto sirva para futuras madres.

Diversos grupos de mujeres -y de hombres- y diversas asociaciones, llevamos años tratando de llamar la atención sobre la noción y el modelo de maternidad vigentes, como causa del malestar de nuestra sociedad. De hecho, en octubre de 2006, ya se publicó un manifiesto sobre la necesidad de recuperar la maternidad, al que nos remitimos como complemento del presente manifiesto 2 .

Modelo actual dominante de maternidad

En nuestra sociedad y en nuestra cultura existe una noción y un modelo de maternidad que ha cuajado, suplantando a la verdadera maternidad. Ha llegado un momento en el que creemos que es necesario y urgente cambiar este estado de cosas y recuperar la verdadera maternidad. En este manifiesto hacemos una breve explicación de la situación actual en la que nos encontramos y las principales razones por las que hacemos un llamamiento para este cambio.

Vamos a señalar tres aspectos o razones por los que debe cambiarse el modelo de maternidad de nuestra sociedad:

  1. Es una esclavitud de hecho para la mujer.
  2. Es sufrimiento para la mujer y para la criatura humana: en el parto, en el inmediato postparto y en toda la exterogestación.
  3. Bloquea la sociabilidad humana y produce la violencia que sostiene el régimen de dominación y de fratricidio de nuestra sociedad.

La maternidad actual es esclavitud de hecho para la mujer

El modelo actual dominante de maternidad es una esclavitud de hecho para la mujer, debido a varias cosas: una es el océano de ignorancia que la niega y que la obliga a sobrevivir arrinconada en la sombra de la cultura; y otra, las mismas condiciones de indigencia y de precariedad en las que se desarrolla. Ambas cosas, precariedad e ignorancia, se retroalimentan una con otra bajo un magma de normalidad que lo invisibiliza todo. Incluso la generalización de los pezones de plástico está normalizada, haciendo invisible la falta de madre, el vacío de maternidad 3 . Lo peor del chupete no es que el pezón sea de plástico, sino el cuerpo que falta detrás del chupete.

Aparte de los sectores más reaccionarios de la sociedad, que siguen considerando que la maternidad es el destino único de la mujer, existe un discurso en ciertos sectores del feminismo de la igualdad y un sorprendente consenso de la izquierda y la derecha que suscriben esta condición de la maternidad como esclavitud. Piensan que es la maternidad lo que esclaviza y no las condiciones culturales y sociales en las que ésta se desarrolla. El argumento de que la maternidad es una opción personal y privada, que quien opta por ella "ya sabe lo que le espera y que se las apañe como pueda" es de una hipocresía digna de los mejores discursos patriarcales. Si hay una mayoría de mujeres que optan por ser madres, a pesar de la precariedad y de las dificultades, es porque existe un deseo materno que forma parte de nuestras pulsiones sexuales. El meollo de la cuestión está en este punto, en admitir esta otra importantísima verdad: la realidad de una pulsión amorosa, sexual y emocional específica de la maternidad, que descarga y expande nuestro potencial libidinal; es el deseo materno que forma parte de la sexualidad femenina. Es una pulsión orgánica, psicosomática, 3 que cursa con una gran carga emocional, y que brota del cuerpo femenino para implementar los procesos maternales de manera placentera y con el mayor bienestar físico y psíquico. Como afirman varias autoras feministas: la biología no es el enemigo sino la fuente de la revolución feminista, y no tiene nada que ver con la visión determinista de la biología existente en ciertos sectores.

El deseo materno existe y coexiste con la esclavitud. Existe, brota y es sistemáticamente reprimido por todas las condiciones adversas que impiden el desarrollo físico de la maternidad.

Uno de los aspectos importantes de la precariedad de la maternidad actual es la falta de tejido social. La maternidad no es sólo una cuestión individual, requiere de un tejido social y comunitario que la sostenga; y la familia nuclear no es suficiente para proporcionar el sostén básico necesario. Con la creciente desaparición de la familia extensa está extinguiéndose el tejido social necesario para una maternidad sostenible. En la actualidad, las familias con suficientes recursos económicos solucionan la falta de tejido social con trabajo mercenario, casi siempre precario y realizado por las mujeres con menos recursos. Para la mayoría de madres la única solución es un sobreesfuerzo que a menudo rebasa los límites de su salud física y psíquica. La falta de tejido social que sostenga la díada madre-criatura sólo se palía en la actualidad con un apoyo mutuo extraordinario y muy activo del entorno social inmediato de la madre, como los grupos de apoyo a la lactancia materna y otros grupos de ayuda mutua.

Otro aspecto crucial es la precariedad económica en que la maternidad tiene lugar. El régimen económico de nuestra sociedad contabiliza el coste de la producción pero no de la reproducción. Para el Capital, la reproducción ha sido siempre gratis, considerándola una cuestión "privada", sin reconocimiento de su condición social, y que recae en el esfuerzo "privado" y corporal de las mujeres. A este esfuerzo añadimos el económico: porque la maternidad sí tiene un coste económico, que se traduce en una sobreexplotación y empobrecimiento de las mujeres. Situación que se acrecienta con la ausencia de derechos y recursos para maternar. Por ejemplo, en nuestro país, ni siquiera se contempla un permiso de maternidad universal de un año, como sucede en otros países europeos y latinoamericanos, ni hay una oferta económica razonable para todos los años de crianza.

Otro aspecto más que contribuye al modelo de maternidad-esclavitud es la invisibilidad de los cuidados que comporta la maternidad: se invisibiliza para el mundo entero menos para la madre que la vive, lo que encima le produce una sensación de gran soledad. La invisibilidad es posible gracias a una ignorancia, generalizada y establecida, sobre los procesos psíquicos, fisiológicos y sociales. Pese a la información aportada también por la ciencia, la ignorancia se mantiene estratégicamente para reproducir la invisibilidad que hace posible la represión de los procesos de la maternidad y el estado de subordinación social y económica de la mujer. El actual modelo dominante de maternidad es el principal factor de discriminación y de desigualdad para la mujer; y esto deberían tenerlo en cuenta quienes luchan por la igualdad de los géneros.

La ignorancia borra el continuum de los procesos, los trocea rompiendo el encadenamiento de las etapas, negando las necesidades de cada ciclo vital; necesidades que son tan invisibles como reales e ineludibles, y así recaen inexorablemente sobre las madres.

Esta ignorancia ni siquiera reconoce los hallazgos científicos abrumadores, que confirman la experiencia y el conocimiento ancestral de las mujeres, y que aportan pruebas irrefutables acerca de las consecuencias catastróficas del actual modelo imperante de maternidad, tanto en el plano individual como social.

La ignorancia se ceba en los protocolos de la Obstetricia y de la Pediatría, que se resisten a ser actualizados o a ser implantados de acuerdo con la información aportada desde distintos campos del conocimiento, por ejemplo la misma investigación clínica neonatal 4 , con los hallazgos de la neurobiología 5 , o con los estudios epidemiológicos 6 . Y así, continúan pautando y recetando una intervención iatrogénica, es decir, que provoca efectos nocivos y acumulativos a contracorriente de los procesos de la maternidad. Ni siquiera se ha desarrollado la Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad del año 2007 y revisado en 2015 7 . De este modo se realiza, de forma sistemática y con el amparo institucional, un claro y brutal sabotaje a la maternidad.

El deseo materno es sabio. Las pulsiones sexuales y emocionales maternales propician la sincronía fisiológica y psíquica entre madre y criatura; aseguran el continuum de los procesos, el equilibrio neuroendocrino y la estabilidad emocional que sustenta la formación de la diada, el cuerpo a cuerpo de la madre y la criatura.

La ciencia ha demostrado 8 que el periodo perinatal y los mil primeros días de vida 9 son críticos en la formación del ser humano y todo lo que acontece en este periodo tiene consecuencias de por vida para las madres, las criaturas y el conjunto de la sociedad 4 .

Mencionaremos sólo dos aspectos del sabotaje a la maternidad en el periodo perinatal.

  1. El parto es un proceso sexual y, como tal, está regido por la parte ancestral de nuestro cerebro. Requiere, por tanto, de la inhibición del neocortex y de una total intimidad. Sin embargo, los protocolos vigentes de la maternidad hospitalaria no contemplan el parto como un proceso sexual, sino como un proceso fisiológico independiente de la sexualidad; no respetan la inhibición neocortical y sabotean de forma sistemática el desarrollo de la función del útero en el parto natural. Es una incongruencia que la medicina oficial ignore la dimensión emocional de la maternidad y, sin embargo, utilice la oxitocina sintética en los partos. La oxitocina es la hormona del amor que producimos cuando nos brota el deseo.
  2. La separación de la madre de la criatura en el inmediato posparto es otra intervención iatrogénica de la obstetricia en el periodo perinatal.

En el posparto inmediato tiene lugar, en el cuerpo que acaba de dar a luz, una descarga de hormonas y pulsiones que mantiene a la madre unida en sincronía física y psíquica con el bebé, siendo uno de los estados emocionales más fuertes de la vida de mujeres y criaturas. Si se produce una separación en este momento, se interrumpe ese proceso, ocasionando un daño difícil de reparar. Es un momento crítico, único e irrepetible. La impronta son las 5 descargas de oxitocina más altas de la vida de la mujer; es una gran eclosión del deseo materno destinada a asegurar el tránsito y la continuidad de la gestación en la etapa extrauterina. Emocionalmente, es una sensación de extrema felicidad y éxtasis; fisiológicamente, promueve la atracción de la criatura, la expulsión de la placenta y el inicio de la lactación. Reprimir la impronta, con la separación física de la criatura o estimulación neocortical de la madre, cortocircuita de forma muy grave el continuum de la maternidad y es una auténtica violación de los cuerpos humanos 4 .

La separación de la criatura de su madre ha sido clave en las estrategias patriarcales desde los tiempos más antiguos, y lo sigue siendo en la actualidad.

Los vientres de alquiler son el colmo de esta estrategia, pues directamente establecen por norma separar a la criatura de la madre que la ha gestado. Interrumpir la transición de la gestación intra a la extrauterina en el momento crítico es un crimen contra la madre y la criatura. De hecho, los vientres de alquiler son un grave crimen contra la condición humana.

Tras el periodo perinatal, la exterogestación se desarrolla impidiendo en la práctica el cuerpo a cuerpo con la madre. La imposibilidad en las condiciones actuales de que ésta yazca con la criatura durante la cuarentena y, después, la falta de la práctica del porteo, dificultan el cuerpo a cuerpo con la madre durante este periodo.

El primer derecho, el más básico, del ser humano es el derecho a nacer siendo deseado y con una madre verdadera y presente durante todo el proceso de exterogestación. El actual sistema patriarcal no permite desarrollar una maternidad plena y gozosa, sino que fomenta la creación de madres patriarcales, rígidas y desvinculadas de sus criaturas. Esto lo consigue a través de la desvalorización de la maternidad, la falta de tejido social, la falta de apoyo y la ausencia de derechos y recursos, por ejemplo, la falta de ingresos directos a las familias, de permisos amplios y, en general, por un sistema centrado en el empleo y no en la vida. En la actualidad existe un vacío institucional de políticas públicas de apoyo a las madres; y las escasas políticas existentes promueven y afirman la separación de sus criaturas, por ejemplo a través de la externalización de los cuidados.

Otra medida actual, los permisos iguales e intransferibles para madres y padres, de 16 semanas (que ni siquiera respetan los 6 meses de lactancia materna exclusiva que propone la OMS), son indecentes porque pretenden que maternidad y paternidad sean simétricas y homólogas, y, por lo tanto, no tienen en cuenta los procesos sexuales y reproductivos por los que pasan las madres: embarazo, parto, posparto, lactancia materna, puerperio y exterogestación con la criatura. La igualación de maternidad y paternidad está teniendo consecuencias nefastas, como la promoción de los vientres de alquiler, las custodias compartidas impuestas -incluso con bebés lactantes-, el falso síndrome de alienación parental, etc.

Dicho esto, el apoyo del padre a la maternidad es muy importante y afortunadamente cada vez hay más hombres que, cuestionando la masculinidad patriarcal, se implican en este proyecto conjunto. Pero la exterogestación, asociada a la lactancia materna, es una función materna y no paterna. Los hombres que están empezando a cambiar la tradicional actitud 6 machista deben ser muy respetuosos con la función materna y no tratar de suplantarla. La pérdida de privilegios masculinos implica el reconocimiento de la madre y no su usurpación. También hay que tener en cuenta la diversidad familiar, donde no siempre existe la figura paterna, como las familias monomarentales o lesbianas. Por lo tanto, el foco de atención de las políticas públicas debería ser siempre la diada madre-criatura como unidad primal y básica.

Los procesos de la gestación están encadenados, siendo cada uno la preparación del siguiente. El daño es acumulativo, los procesos se atrancan. Las exterogestaciones a contracorriente de los procesos físicos y psíquicos convierten lo que podría ser una etapa placentera y plácida de la vida humana, en un trabajo extenuante.

La falta del cuerpo a cuerpo con la madre en la exterogestación es también un crimen contra la integridad de la vida humana. Sin embargo, los hallazgos científicos que podrían acabar con toda la ignorancia son contundentes y abrumadores.

La neurobiología en la década de los 90 del siglo pasado, ha explicado que el desarrollo neurológico de la criatura humana no está pautado genéticamente y depende del cuerpo a cuerpo con la madre. El ser humano nace con solo un 25% del cerebro formado (a diferencia de otros mamíferos que nacen con el 80%). Entre el nacimiento y el primer año de vida extrauterina se desarrolla hasta el 80% del cerebro adulto; siendo las condiciones de la exterogestación un factor básico y decisivo en la formación del cerebro humano 4 .

La neurobiología 5 ha comprobado que los caminos neurales que van a formar nuestro sistema neurológico adulto se fijan mediante opciones (choices y no "pautas" como aparece en alguna traducción) que van decidiendo qué neuronas permanecen o cuáles no (nacemos con una cantidad inmensa de ellas), y qué sinapsis se establecen y cuáles no (algunos neurólogos hablan por ello de "poda"); y también que estas opciones (choices) dependen del equilibrio neuroendocrino de la madre y de la criatura, es decir, de su estado emocional.

Así, las redes neurales (la fijación de las sinapsis neuronales), se moldean según el estado emocional de la criatura (el tipo de equilibrio neuroendocrino). No será igual si la criatura está en un estado de placidez en el cuerpo a cuerpo con la madre o si está separada de la madre en un estado de alerta y estrés, con episodios de llantos no consolados. Se sabe, por ejemplo, que las hormonas del estrés (cortisol y otros glucocorticoides) actúan como un auténtico veneno, destruyendo neuronas e interceptando sinapsis, produciendo un estado de toxicidad neuroquímica en el cerebro en formación. Según el tipo de crianza, las redes neurales de la criatura se fijarán adaptadas a las situaciones de estrés y de alerta o, por el contrario, adaptadas a ambientes de confianza amorosa donde desarrolla su capacidad de amar. La criatura que crece en estado continuado de estrés adoptará una coraza psicosomática que le acompañará a lo largo de su vida, frenando la expansión y desarrollo de su capacidad de amar y de empatizar.

El modelo de maternidad actual produce sufrimiento a las madres y a las criaturas

La maldición bíblica patriarcal de parir con dolor se cumple, de entrada, con el simple hecho de no respetar la inhibición neocortical, de no contemplar el parto como un acto sexual. Aunque no es este el lugar para entrar en detalle sobre esta cuestión, hay muchos datos que explican la relación entre el parto patológico con dolorosísimos calambres 10 y la represión de la sexualidad femenina, impuesta de facto por un regimen sexual falocrático, que invisibiliza y borra el sexo de las mujeres y sus funciones.

Es menos conocido el efecto nocivo que produce la separación de la madre y la criatura después del alumbramiento, pero es un sufrimiento indescriptible para ambas. Cuando se separa a la mujer de la criatura que acaba de alumbrar se produce un estado de estrés que altera el metabolismo basal de ambas, provocando situaciones de riesgo.

Las alteraciones físicas y psíquicas producidas por las sucesivas interferencias y disrupciones en el continuum de la maternidad cursan con sufrimiento, tanto en la madre como en la criatura. Un sufrimiento físico y sobre todo psíquico, tan invisible como la propia maternidad. Un sufrimiento que produce heridas muy profundas de por vida.

La capacidad de amar del cuerpo y del alma humana, de la cual depende nuestro bienestar, es un don de por vida que se forja durante la gestación intra y extrauterina. La represión del deseo materno y el actual modelo de maternidad lesionan la capacidad de amar y la sociabilidad de todos los seres humanos.

El derecho a nacer siendo deseada y a tener una madre entrañable es el grito más profundo que sale del alma humana. Es el clamor silencioso e invisible del malestar de la cultura, de todo el malestar anímico de la sociedad, que ha sustituido a la madre verdadera por una seudo-madre patriarcal. Es el lamento por no tener la existencia gozosa que correspondería a nuestra condición humana.

El actual modelo de maternidad produce violencia

Hace 20 años, a la vista de las investigaciones antropológicas 11 , epidemiológicas 6 y neurobiológicas 5 , ya se predecía la espiral de violencia que iba a producirse en las generaciones por venir.

Margaret Mead, en 1935 realizó trabajo de campo en tres sociedades cercanas, demostrando cómo su construcción del temperamento iba a depender de los patrones de crianza de cada cultura. Situaría en dos extremos opuestos a los Arapesh, un pueblo pacífico, cuyas madres otorgan mucha presencia y amor a las criaturas, y los Mundugumor, una tribu violenta, donde la crianza se ejerce de una forma fría y distante.

El neonatólogo Nils Bergman 4 , basándose en la investigación de A.N. Schore, asegura que:

... las complicaciones que suceden durante el nacimiento afectan a la personalidad, a la capacidad relacional, a la autoestima, y a los esquemas de comportamiento a lo largo de toda la vida. Si a ello se le añade el rechazo de la madre y la ausencia de unión con la madre ("bonding"), podemos constatar una fuerte correlación con un comportamiento criminal y violento.

Esto puede ayudar a entender la afirmación de Michel Odent 12 , de que la mejor estrategia para obtener una persona agresiva es separarla de la madre en su más tierna infancia. No olvidemos tampoco lo que hacían los espartanos de la Grecia post micénica de tirar a los bebés al suelo, llevando el estrés de las criaturas a situaciones extremas, con el objeto de forjar buenos guerreros con aquellos que sobrevivieran al trauma. En la Grecia clásica se conocía perfectamente la manera de sabotear la formación de la capacidad de empatizar de las criaturas humanas, es decir, tenían el conocimiento empírico de la correlación entre el estrés del bebé y la forja de la violencia adulta.

Lloyd de Mause 13 asegura que la falta de cuidados maternales tempranos es la causa de que la región del cerebro que permite desarrollar la empatía sea muy pequeña y no se desarrolle correctamente, lo cual desemboca en una baja capacidad de empatizar y de autoestima. El individuo crece con la incapacidad de sentirse culpable de lastimar a las demás personas.

Cada día contemplamos impotentes el actual desarrollo de la violencia en todos los estamentos de la sociedad; aunque se conocen científicamente sus causas y, por tanto, se podrían tomar las medidas necesarias para acabar con ella. La violencia que hoy padecemos está relacionada con las condiciones cada vez más perjudiciales en las que se ha desarrollado la maternidad en las tres últimas generaciones de maternidades hospitalarias. Es el producto inmediato de la creciente destrucción de la maternidad.

La norteamericana "Association for Psychological Science" en 2010 presentó una síntesis de 72 estudios de la evolución de los rasgos de personalidad de estudiantes americanos de secundaria entre 1979 y 2009. Observaron que, en tres o cuatro decenios, los estudiantes redujeron su empatía un 40% en ese tiempo, con mayor celeridad a partir del año 2000 (14). Michel Odent ha señalado que el advenimiento de la obstetricia moderna no había sido tenido en cuenta para interpretar ciertas transformaciones recientes y espectaculares de nuestra especie.

En el año 2014, el Parlamento Inglés aprobó por unanimidad el “Manifiesto Los 1000 Días Críticos”, tiempo que va desde la concepción hasta los dos años de vida, etapa de especial vulnerabilidad que debe ser atendida adecuadamente. Dicho manifiesto fue el resultado de investigaciones realizadas durante años que demuestran con cifras las consecuencias del cuidado al comienzo de la vida, según las cuales se podría reducir la drogadicción en un 59%, las encarcelaciones en un 53%, la violencia en un 51%, etc. El coste estimado de no tratar adecuadamente la salud mental perinatal y el maltrato infantil supone dos tercios del presupuesto anual para Defensa. Sin embargo, los gobiernos olvidan en sus legislaciones y presupuestos la importancia de estos 1000 primeros días.

El futuro de la humanidad

Uno de los argumentos más utilizados en la propaganda de los poderes fácticos contra la maternidad es hacer creer que las consecuencias de su represión son lo original y lo primario.

Como si la soledad, el sufrimiento y la esclavitud fueran condiciones propias, per se, de la maternidad, y no el resultado de su falta de reconocimiento social, económico, psíquico y fisiológico. Además, se hace llegar a las mujeres el mensaje de que la maternidad es algo biológico y, como tal, perniciosa para la mujer. Contraponiendo civilización a biología, como si la civilización fuese lo bueno y lo biológico, pernicioso. Sin embargo, toda cultura y todas las civilizaciones son un producto de la biosfera, y no al revés. Como ya se ha observado desde el ecofeminismo 16 , el patriarcado habría sometido los procesos sexuales de las mujeres igual que se apropió de la naturaleza. Por lo tanto, no se libera la maternidad rechazando la naturaleza, sino reclamando una sociedad en armonía con ella y desarrollando una cultura en sintonía con los ecosistemas. A lo largo de la historia, los colectivos de madres activistas que han luchado por la soberanía alimentaria y la defensa de la tierra desde sus territorios conocen bien esta relación.

La maternidad humana forma parte de un diseño perfecto de nuestra evolución como especie y está preparada para realizarse con el mayor de los placeres. Sólo hay que visibilizar las pulsiones sexuales femeninas para desmontar el discurso patriarcal, un discurso destinado a someter a la mujer, a conducirla por la senda del sufrimiento, y a privarla del placer y del bienestar de su sexualidad.

El deseo materno es fuente de placer y de bienestar; y además es portador del continuum que nos hace humanos. No sólo la mujer, la Humanidad se desangra por la represión del deseo materno: para la mujer supone una suerte de castración física y psíquica, y además es un eficaz sabotaje a la autorregulación de la vida humana. Un sabotaje que está llegando a extremos cercanos a lo irreversible. En este sentido, se puede decir que esta noción y este modelo de maternidad empiezan ya a ser incompatibles con la sostenibilidad del planeta. Es preciso que toda persona en posesión de los conocimientos científicos o de la experiencia de la verdadera maternidad alce la voz. No se puede seguir callando y, al mismo tiempo, creer que hay un futuro para nuestras hijas e hijos.

Propuestas

Las personas y colectivas firmantes de este manifiesto estamos muy preocupadas por los retrocesos que estamos viviendo en la actualidad y exigimos una serie de propuestas necesarias para la urgente transformación de una sociedad cada día más individualista, competitiva, adultocéntrica, consumista, machista, misógina, racista, depredadora de la naturaleza, enemiga de las diferencias y fratricida.

Por este motivo demandamos:

Díada madre-criatura

Reconocimiento universal de la díada madre-criatura como unidad básica, prestándole todo el apoyo social necesario.

Deseo materno, amor y bienestar

La recuperación y el reconocimiento del deseo materno como parte imprescindible de una cultura basada en el amor y en el bienestar desde la infancia, que nos acompañará toda la vida.

Apoyo mutuo y solidaridad

La restauración del orden simbólico de la madre que eliminará el actual gobierno patriarcal para construir una sociedad bajo los principios del apoyo mutuo y la solidaridad.

Maternar de forma digna

La visibilización y reconocimiento del trabajo de crianza y la dotación de derechos y recursos para maternar de forma digna.

Espacios comunitarios

El fomento de los espacios comunitarios para la crianza y los grupos de madres, para evitar el aislamiento, la sobrecarga y la soledad de las madres.

Infancia como patrón de humanización

La recuperación de la infancia como patrón de humanización de la sociedad, teniendo en cuenta sus necesidades y el respeto a sus ritmos vitales en los tiempos sociales y laborales. En particular, su derecho a ser tratados con complacencia y no con autoridad, y su plena incorporación en todos los espacios de la sociedad.

Autonomía de la mujer

El respeto a los procesos y pulsiones sexuales de las mujeres y a la ciclicidad de sus tiempos, garantizando su autonomía y decisión sobre su propio cuerpo y un conocimiento científico veraz y con perspectiva de género.

Eliminación de las violencias machistas

La eliminación de todas las violencias machistas ejercidas hacia las mujeres y en concreto hacia las madres (como la violencia obstétrica, económica, institucional, judicial, cultural y simbólica).

Apoyo a las madres protectoras

El apoyo a las madres protectoras (que defienden a sus hijas e hijos de sus padres maltratadores) y su protección ante un sistema judicial patriarcal.

Eliminación de la desvalorización

La eliminación de todas las medidas que llevan a una desvalorización y usurpación de la función materna: custodias compartidas impuestas, pernoctas impuestas de bebés lactantes, vientres de alquiler, permisos iguales e intransferibles, falso síndrome de alienación parental.

Eliminación de la discriminación

La eliminación de la actual discriminación hacia las madres en situación de vulnerabilidad o diversas, con medidas específicas, demandadas por los propios colectivos: monomarentales, migrantes, racializadas, con discapacidad, precarizadas, mujeres del ámbito rural, madres lesbianas, etc.

Es necesario y urgente cambiar la noción y el modelo vigentes de maternidad.

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20 colectivos ya han firmado el manifiesto, aquí están algunas de ellos

Amuillang: Sabiduria Ancestral

Apoyo a la lactancia materna Dameteta

Asociación Alecria

Asociación apoyo lactancia materna Mamateta

Asociación de madres Vía Láctea

Asociación Infancia Silenciada

Asociación La Buena Leche

Asociación Nacer en casa

Asociación Objetivo de luz

Casa de naixements MIGJORN

Crianza Sierra Norte

Entre Mamás

Escuela Renacer Chile

Grup Gamma

Infancia silenciada

La Urdimbre. Centro de Acompañamiento Infantil y Familiar

Lactancia Madre a Madre Cartagena

Nacimientos caracola

PETRA Maternidades Feministas

Red Mexicana de Salud Mental Perinatal

585 personas ya han firmado el manifiesto, aquí están algunas de ellas

A. Gerpe, Mayte

Abadi, Daniela

Abarca Sanchis, Belén

Aburto Baselga, M R Fátima

Alcaide, Cristina

Alcaraz Quevedo, Nela

Aldama Garcia de Vicuña, Eduardo

Alemany Anchel, María José

Aler Gay, Isabel

Alkorta Elezgarai, Nahia

Alonso Coto, Laura

ALONSO RODRÍGUEZ, SARA

Alonso, Martha

Altarriba Santofimia, Anadeva

Álvarez Martínez, Pepa

Álvarez Retamino, María

Álvarez, elvira.

Alvarez, Noemi

Arana Landa, Marta

ARCAYA MONCADA, MARIA JOSEFA

Arnal Gallego, Lydia

Arrufat Gallen, Vita

Artero Rodríguez, Yolanda

Ascunce Oses, Peio

Astals, Marta

Atienza Gomez, Irene

Atxaga Bilbao, Maitane Olatz

Avelaira Paraje, Beatriz

Ayala Castillo, Maria del Mar

Banyuls i Ferrando, Núria

Barba Gago, Sandra

Barberà Dalmau, Judit

Barea Jaca, Almudena

Bartolomé Fernández, Lorena

Baselga Fernández de Piérola, Ana

Bautista Garrido, Olga

Becerra Morales, Alejandra

Belmonte Padilla, Elena

Benaiges Ezequiel, Meritxell

Bence, Estela

Bermejo Zaballos, Alicia

Blanch SUSANY, Maria

Blanco Gorriz, Daniela Andrea

Blanco Nieves, Tipi

Blasco Soto, Pati

Blázquez García, María Jesús

Bollullo Pizarro, Azucena

Bonanad López, María

Bonifacio, Noelia

Bono Giménez, Roberto

Broglia, Sara

Bru Martin, Cristina

Burgaya Martínez, Laura

Burgos Gonzalez, María José (Che)

Burguera Blay, Begoña

Caballero Molano, Eva

Cabedal Docampo, Carla

Cabrera, Virginia

Cachafeiro Viñambres, Ana

Calvo Moyano, Víctor Manuel

Campos Ruiz, Silvia

Campos, Daría

Cancela Díaz, Berta

Candia, Mónica

Cañero Ruiz, Julia

Cano Almarcha, Carmen

Carda Rodríguez, Ainhoa

Carmona Vallejo, Lorena

Carrero García, Emma

Carrizo Núñez, Andrea

Catalán Morera, Montse

Cea, Thais

Cebrian Cid, Rebeca

Cerda González, Analía

Ceresole, Lorena Valentina

Cifuentes, Laura

Cillero azcona, Beatriz

Coronado García, Esther

Coterillo Casanova, Sheila

Crego Cordón, Diana

Cuenca Gallego, Arantxa

De Andrés García, Reyes Julia

de Armas Díaz, Pilar

de Pablo Gutiérrez, Leticia

de Pedro Escudero, Amanda

de Rueda Villén, Esperanza «Mujeres de Negro Valencia»

del Barrio Sánchez, Sonia

del Cerro Gómez, Sara

Delgado Martos, Rocío

Díaz Fernández, Laura

Dominguez garachana, Marina

Duque Teomiro, María del Carmen

Ebang Abaga, Pedro

Eiras Rodríguez, Minia

El-Mehtar García, Salua

Elizondo Edeso, Igor

Elizondo Edeso, Iván

Escalante Casquero, Conchi

Escobar Oyaregui, Miren Karmele

Escobar Torres, Paz Andrea

Escorihuela Domínguez, Yolanda

Escribano Alfaro, Pedro Manuel

Escribano Maillo, Carmen Escribano Mail

Escribano Maíllo, Carmen

Escuder Benedicto, María

Escudero Ozores, Teresa

Esteve Mercado, Mar Esteve Mercado

Estil·las Valenzuela, Laura

Expósito Coello, Mari

Fajardo Rama, Diana

Feliu López, María Elena

Fernandez Carriba, Elba

Fernández Chinchilla, Tamara - Neferaty

Fernández Fernández, Ainara

Fernández García, Eva

Fernández Gómez, Leticia

Fernández López, Aida

Fernández Pulido, Encarna María

Fernández, Jaquy

Ferrero Carrera, Sonia

Flor López, Rosaura

Fons reyes, Ana isabel

Fonseca Míguez, Cristina

Fontanillo Garrote, Alicia

Fort, Enrique

Fradejas Gallego, Luz

Franco Lopez, Maria José

Freire, Heike

Gabaldón Aparicio, Victoria

Gallán Elfau, Alicia M.

Gallegos Alonso, Luz Marina

Gandia Galbis, Helena

Gandón, Saray

Ganim, Luciana

García Blanca, Jesús

García de León, Ricardo

García Díaz, María Trinidad

García Dieguez, Amalia

Garcia Garcia, Núria

García Garzón, Antonio

García Gutiérrez, Miguel

Garcia Hernandez, Helena

García López, Eva María

García Miralles, Cristina

García Pérez, Jessica

García Rodríguez, Núria

García-Clark, Selba

Garrido Nieto, Carol

Gascón, Eva

German Bes, Concha

Gil de Sola Piqueras, Ana Laura

Gil Robayna, Dayana

Gimenez, Analia

Giménez, Rut

Gimeno Jimenez, Elisenda

Girbés Minguillón, Mireia

Gomez Galán, Teresa Casa de partos Vidar

Gómez López, Ascensión

Gómez Roca, Ana Belén

González Cabrera, Cristina

González de Artaza Beain, Idurre

González Gómez, Marta

González Llinares, Maria

González Miranda, Laura

González Monteagudo, Pilar

González Paredes, Concepcion

González Pascual, Teresa

Gonzalez peñas, Maria isabel

González Rivera, Sara Tera

González Sánchez, Inés

Gonzalez Setien, Noelia

Górriz Diaz, Ana

Grande alarcon, Elena

Guerrero Macià, Elisabet

Gutarra, Leslie

Gutiérrez Martínez, Isabel

Guzmán Morgaz, Carmen

Hansen, Jeanne

Hernández Juan, Escarlata

Herrera Cabrerizo, Blanca

Herrero Azorín, Paco

Hidalgo Ramos, Lourdes

Hopkins, Graciela

Ibáñez Espinosa, Cristi

Ibor Sánchez, Rakel

Icazuriaga, Miren

Irazu, Ane

Isabel Colin, María

Isaza Marín, Patricia

Isla, Pampa Lincalel

Izquierdo Amaruch, Carolina

Izquierdo López, Antonia

Jara Casas, Teresa Omayra

Jareño, Ainhoa

Jiménez Bernal, Pepa

Jiménez Márquez, Jerónima

Jiménez, Jerónima

Juárez Cañaveras, Olvido

Klatich Calderón, Chiara

L. Gutiérrez, Luna

Labrador de Pablo, Laura

Lainez Villabona, Clara

Lamarca Gómez, Nadia

Longueira Lis, Pomba

Lopez Arquillos, Concepcion

López Ballester, Carina

López Carrasco, Elisa

López Conde, Virginia

López Fuentes, Laura

López García, Sandra

López Gutiérrez, Hada

López Martinez, Guillermo

López Muñoz, Mónica

Lopez Santamarina, Laura

Lopez Serrano, María José

Lorenzo Ferreira, Gloria

Luengo Pérez, Antonia

Lumbreras González, Raquel

Luque Indiano, Diana

Madrazo Torre, Raquel

Mañez Salvador, Aida

Marcos Marcos, Inmaculada

Marcos Rabanal, Abril

Marquez Hernandez, Rosa

Marrodán López, Raquel

Martín González, Nerea

Martín López, Angélica

Martinez Bienvenido, Esther

Martínez Coloma, Bárbara

Martínez Moreno, Mari Carmen

Martínez Rosales, Gertrudis

Martínez Sitjà, Laia

Martínez-Acacio Monedero, Isabel

Mellado de la Rosa, José Antonio

Mena Tudela, Desirée

Mendive Equiza, Carmen

Menduíña Durán, María

miquel Gutiérrez, Ismael

Miquel Gutiérrez, Ismael

Molina Alfaro, Belén

Montero Sanchez, Carmen

Montes Muñoz, María Jesús

Montoya Martínez, Sacramentos

Moreno Ruiz, Ruth

Moreno Vilches, Isabel

Moreno, José María

Moya García, Paca

Moyano, Ivana

Mugica Sierra, Saioa

Muñoz Cabello, María

Narbona Gómez, Patricia

Navarro Ibáñez, Abraham

Navarro, Abraham

Ñeco Brioso, Antonio

Neira García, Miriam

Nieto Domínguez, Tamara

Núñez Pradas, Cristina

Oliden Olivares, Alejandra

Oliva González, Elia

Oliver Ortiz, Diana

Olmedillas Hernandez, Joan Carles

Olza Fernández, Ibone

Orrantia Diez, Mikel

Osorio Fernandez, Gustavo

Otero Garcia, Aurora

Otero Mateo, Rosa

Padilla, Bianca

Páez Paredes, Yuly

Palacin, Cris

Palacios del Valle, María Victoria

Palencia Villa, Rosa María

Palma Matarín, Pepa

Palomar Cónsul, Carmen

Pamies Breu, Josep

Pardavila Fernández, Marcela

Paricio Talayero, José María

Pascual, Angela

Pastene, Jeannette

Pattori, Manuela

Pedretti, Noelia

Peirotén Herrero, Anahí

Peiru, Silvina

Peña Villafranca, Máximo

Pérez Barroso, Rosa

Pérez Cueva, Javier

Pérez de Eulate igal, Emi

Pérez Infantes, Eusebio

Pérez López, Virginia

Perez-Hernandez, Maria

Pérez, Paco

Piera Tarazona, Belén

Pintos Castro, Xoana

Piqueras Alonso, Vicenta

Plans, Lluïsa

Pocurull Sellares, Sandra

Power, Leslie

Poza Pérez, Cristina

Prieto Miguelez, Fátima

Proyecto, Diverxas

Puentes Gil, Julia

Pulido Valero, Rosa

Quaglia Barrio, Natalia Elizabeth

Quero Marqués, Virginia

Quesada Vega, Sandra

Rallo Domenech, Violeta

Ramirez, Andrea

Ramón López, Irene

Raso, Raquel

Rebirthing Málaga, Fernando Lara Camacho

Rico Gil, Rocío

Riera Díaz, Laura

Robert plantalech, Marina

Roca, Paola Elena

Rodrigáñez Bustos, Casilda

Rodríguez Alegre, Anahit

Rodríguez Altuna, María

Rodriguez Gonzalez, Norlia

Rodriguez Martinez, Rosa

Rodríguez Narvaez, Paola

Rodriguez Nuñez, Alba

Ron Mesa, Beatriz

Rosas Garcia, María del Mar

Rubio Pérez, Cynthia

Rubio Zarzuela, Lucrecia

Ruesgas Requena, Daniela

Ruiz Estanga, Tatiana

Ruiz Ramirez, Alicia

Ruiz Ramirez, Cristian

Ruiz Ramirez, Maria Jesus

Ruiz Rodríguez, Belén

Ruiz, José Luis

Rumeu Navarro, Silvia

Sacristán Palomino, Estela

Salgado Magro, Adrian

Sánchez Algora, Beatriz

Sánchez Ballesteros, María

Sánchez Jiménez, Mari carmen

Sánchez Mena, Marta

Sánchez Miranda, María del Pilar

Sánchez Molina, Rosa María

Sanchez Peralvo, Marta

Sánchez Tárraga, Laura

Sánchez Thomassin, Sara

Sanchis Hernández, Leonor

Santaella Morales, Gabriela

Santafé Barcos, Patricia

Santana Rodríguez, M.Carmen Santana Rodríguez

Santiago Machuca, Carmen

Savall Aubia, Laura

Scantamburlo, Sergio Ariel

Schiavon i Vinyoles, Marta

Segura Maciá, Estefanía

Sendra Alemany, Isabel Clara

Serna Folch, Lara

Serrano Fernandez, Diana

Serrano Huelves, Mercedes

Setien Berakoetxea, Gorka

Siurana, Natalia

Soler Rico, Lola

Spelzini, Florencia

Stok Solernou, Romina

Suárez Alonso, Judith

Tagliati, antonio

Tango, Señma

Toledano Zamorano, Marina

Torrero Pérez, Laura

Torres Martínez, Adela

Torres, Lorena

Troyano Ruiz, Jara

Trujillo Muñoz, Almudena

Ureña Jiménez, Paola

Usunariz Aizpun, Rubén

Vaiana, Celeste

Valenzuela Blázquez, María

Valls Bolta, Aina

Vargas, Candela

Vázquez Ibarra, REMEDIOS

Veizaga Santiago, Maria René

Velasco Juez, Maria Casilda

Vicario Sainz, Laura

Vicario Tomaselli, Claudia

Vicente Rodríguez, Ana Belén

Vidal Subirà, Núria

Vidaller Ferró, Maribel

Vila Sánchez, Nuria

Vilalta Renobales, Nerea

Vilas Rodríguez, Yolanda

Villanueva, IBCLC, Laura

Villarroya Villanueva, Concha

Viñas Salleras, Anna

Vives Parés, Núria

Yordanova Nakova, Maria

Zalaya Alonso, Ana

Zaragoza Lluch, Rosa